miércoles, 21 de mayo de 2008

Mother´s Little Helper




Advertencia: este es un tema álgido. Pero de alguna manera u otra debemos darnos la oportunidad de hablar de él. Sincerarnos. Botar todos aquellos pensamientos que guardamos dentro y que no podemos soltar ( a temor de ser juzgadas). Ya que a final de cuentas, se trata de las nanas. Aquellas mujeres que – para las madres que trabajamos- se la pasan el día entero con nuestros hijos, les dan de comer, les limpian la caca, juegan con ellos, los bañan; en otras palabras hacen lo que todas nosotras por falta de tiempo no podemos hacer.
Cuando tengo alguna queja en su contra y busco unos oídos cómplices, que me entiendan, busco a mamá. Pero, como ella es sabia, no acoje mis pensamientos. Los critica: exageras, no entiendo por qué te sientes así, la chica es buenísima, quiere a tu hijo como si fuera tuyo… Ad infinitum.
¡Cómo si no lo supiera! Pero como si todo eso tuviera algo que ver. Los celos de las madres para con las nanas son viscerales, ilógicos, y, para mí, válidos aunque injustificados.
Osea, ya sé que el tiempo y el cariño que le dedican a nuestros hijos puede nublarles el juicio y hacerles creer que tienen derechos sobre ellos, hasta sentirlos como suyos. Claro, son humanas. Pero que estos sentimientos choquen con nuestro territorio, eso sí que no me lo banco. No me banco que cuando llego de trabajar corriendo para ver a mi hijo, la mujer esta se quede parada mirando (¿No ha sido suficiente para ella estar con él el día entero? ¿También en mis momentos?). No me banco que su experiencia con temas infatiles la haga creer que es superior a mí, que mi hijo la escucha a ella, que con ella no llora, que con ella come (Me vale madre). Tampoco me banco sus ínfulas de princesa, obvio: al ser imprescindible para mí, que trabajo; a la señorita no se le puede pedir favores extracurriculares, cambiarles las fechas, etc. (Un ejemplo clarísimo: su día de salida es el domingo, CRASO ERROR, pero si yo necesito cambiarle ese día por otro de la semana, así le ofrezca una platita extra, o se lo pida por favor… Pero jamás ahhh. Jamás). A esto, le añado un punto por el que seré juzgada: y es que me llama por mi nombre de pila (ya sé, aquí quizás algunas discrepen o piensen en cuán absurda o idiota puedo llegar a ser. Pero he tenido la costumbre de oír llamar a mi madre señora, así como también realicé un pequeño sondeo entre mis compañeras de trabajo: a nadie la llaman por su nombre). En resumen, hay veces (casi siempre) que no la tolero y ya está. Lo tenía que contar.
Si bien, últimamente hemos limado asperezas, creo que lo nuestro es insalvable. Si no fuera porque realmente es dificil encontrar a alguien con el que tu hijo se sienta feliz ( a veces tanto que duele), yo no estaría escribiendo este post. ¿O sí?

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