jueves, 13 de noviembre de 2008

Lejos de mis hijos





Había soñado incontables veces con ese momento. La luna de miel, Hawai, J y yo al fin solos. Noches de sueño interrumpido. De hecho, y allí, los extraños pasajeros con los que llegaba a entablar conversación me afirmaban: debe haber sido muy duro separarte de tus hijitos. Y yo reía. ¿ La verdad?, respondía siempre, es que para nada. Me había sido facilísimo. Cero culpas. Cero angustias. Pero al séptimo día y luego de ser testigo de cómo verdaderos estoicos padres extranjeros sacrificaban sus vacaciones al llevar consigo a toda su prole ... en el absoluto colmo de los casos niños recién nacidos o familia al estilo de los von trap... me cayó la culpabilidad. Osea yo quejándome de mis retoñitos y necesitando un tiempo fuera mientras cientos de padres con las mismas necesidades que yo, cargaban maletas, pañales, biberones, muñecos y toda la parafernalia infantial a sus días de playa y sol. Osea, me partía la cabeza pensando, ¿dónde quedó el concepto de relajo? ¿ Dónde el amor propio? ¿Una minuncia de egoismo personal? Cero señoras y señores. !Los niños estaban en todos lados! En sus cochecitos y en los bares. En sus coches y al lado de la piscina, en los brazos de sus padres, en todos los aeropuertos y aviones, en el mar, en el cuarto del vecino. Coño, malditos gringos.

Una vez presa del pensamiento si ellos pueden yo también puedo, me imaginaba en Hawai con mis pequeñines, riendo en la playa, viendo estrellas fugaces, contando los colores del arco iris... Sí lo hacía pero solo unos minutos para luego estrellarme contra la cruel realidad y darme cuenta que soy una nanadependiente total. O peor aún, una completa egoista. Porque de ninguna manera cambiaría mi enorme comodidad y felicidad por esos momentos kodak. Hay tiempo para todos y yo también necesitaba mi tiempo.

Aún así, al séptimo día y escuchando Hotel California en Chicago´s Pizza en Maui, mientras miraba como una pareja cenaba en compañía de su neonato, recordé la viva imagen de mis críos y lloré. Porque los extrañaba. Ni que fuera inhumana.