lunes, 26 de mayo de 2008

Choche, una más


Cuando escucho a mis amigos decir que no quieren tener hijos, una mezcla de sentimientos encontrados me embarga. Por un lado pienso, ¡qué suerte! jamás tendrán que someterse a la esclavitud de la maternidad. Pero por otro lado, imagino una vida sin magia, días sin color. (Nadie podrá saber lo bacán que es tener un niño hasta, obviamente, tenerlo. La imaginación, en este caso, no basta).
Antes, renunciaba a la idea de convertirme en madre. Nunca vi con buenos ojos a los niños ajenos. Jamás una criatura en coche o con babero despertó en mi un sólo Ay qué belleza. Es más, si estaba en algún espacio público y una madre con su prole caía a mi lado, prefería moverme de lugar. En otras palabras, los niños no iban conmigo. Para nada.
Ya, tampoco era tan radical: si algún día me enamoraba quizás podía contemplar la idea de procrear. Pero tendría que ser pasados los 30.

Lo más gracioso: Ni una, ni la otra. Conmigo fue todo lo contrario. H llegó cuando tenía 23 años y para ponerla en bonito, no fue fruto del puro amor. (Es más, su padre para mí era prácticamente un extraño).
Aún así, hablo de las tremendas dificultades de bancarte un embarazo sola y, peor aún, las de ser madre soltera; el niño llegó y con él, una nueva vida.
Pero ahora, cuando sólo han pasado 3 añitos y recién termino de acostumbrarme a esta etapa ( además de sentir que ya me estaba librando de lo más engorroso y complicado) - juácate: una más a la familia. (Claro que ahora las condiciones del juego han variado. Soy muy afortunada de que el padre de mi hija me acompañe).
Por segunda vez traeré un niño al mundo sin planearlo, quizás ese sea mi modus operandi o quizás, que es por la que más me inclino, nunca aprendí nada sobre métodos anticonceptivos. El asunto es que lo hecho, hecho está. Es más, a punto de estar: mi hija nacerá a fines de junio. Y si bien ya conozco más o menos el proceso, el miedo es el mismo.
Las preguntas de rigor: ¿Saldrá sanita? ¿Estará completita? ¿Llegará antes de tiempo?. Las de la idiotez: ¿Será bonita? ¿Tendrá rulitos o pelo lacio? ¿Sacará mi nariz o será más afortunada?
Además, me pregunto cómo será pasar de nuevo por el período de lactancia (que nada me gustó la primera vez), los meses en los que andas en pijama y con las justas te lavas la cara, las amanecidas y la programación de Sony en las madrugadas, los llantos de ella y los tuyos, la sensación de que tú vida se acabó. ASU. No puedo mentir: qué lata.

Ahora,claro, la primera vez, lo hice sola. Debo admitir que no conozco lo que es tener a alguien al lado con quien compartir todo esto… tan hermoso.

Lo nuevo será tener que lidiar con la psiquis de H. Todos, sin excepción, me dicen que se PONDRÁ PEOR. ¿Peor?? Si con las justas y puedo ahora, ¿cómo será con el príncipe derrocado y la nueva princesa del llanto?
Lo único que me reconforta es pensar que no he sido, no soy ni seré la única mujer. Antes las familias sobrepasan los 5 vástagos. Lo que sí, una más no la hago.

1 comentario:

Patricia dijo...

Lo que yo me pregunto es: ¿cómo demonios lo hicieron nuestras mamás? Mi mamá tuvo a mis hermanas gemelas cuando yo tenía un año y cuatro meses. Dice que tenía una nana y una empleada, más la ayuda de mi abuela, pero IGUAL. Cuando siento que no puedo más, relativizo pensando en mi mamá y las otras mamás incluso de mi generación (por ejemplo, una amiga que se mudó a Londres con esposo y dos niños de menos de tres años -sin empleada ni nana). Supongo que una vez que te ves en la situación, no puedes hacer otra cosa que enfrentarla: sobrevivir o morir. Deberían hacer un reality sobre la maternidad.