lunes, 2 de junio de 2008

Domingo de diversiones


Hay días en los que me gustaría comprar paciencia. O hundirme en las sábanas de mi cama, estar tirada en pijama y no tener que lidiar con nada (salvo con la complejidad de mi control remoto). Hay días que me levanto y sé que serán difíciles, porque conozco esos ánimos, me huelo, me presiento. Además porque cualquier excusa es potencial causal de derramamientos de lágrimas. Ayer domingo fue ese día. Comenzó a las 7 y 45 am cuando H gritó mamá. A esa hora hay que preparle la leche, estar en su cuarto, jugar ver tele y por demás actividades distractorias. (No hay lugar a que regrese a mi cama a descansar). Luego pensando en este rollo que arrastro (cómo voy a ser una buena madre con dos hijos, tengo que darle más calidad de tiempo a H), me pongo a pensar cuál sería el plan ideal del domingo. Pienso, Cieneguilla. Juegos, sol, campo, pollo y papas fritas. Al mediodía, cuando J se terminó de levantar, salio la petit caravana, cantando en el carro, conversando sobre la carretera (previa parada a comprar una cometa), hasta que encontramos el lugar ideal: - si nunca han ido, es altamente recomendable- el rancho aventura park ( o como sea). A su lado, la granja villa es chancay. Tiene gusanito, carros, lagunita, casa de terror, show infantil, sillas voladoras.. A todo dar. Pero H, apenas llegamos, fue presa de un trance: simplemente no quería estar en ese lugar ( creánme que cualquier niño en su sano juicio daría lo que fuera por estar ahí, es más: había una centena de ellos). H, nada. Ni un solo juego, solo se limitaba a hacer sonidos extraños (que detesto), como si estuviera balbuceando. Así que perdí la cabeza, la paciencia y me puse a llorar desconsoladamente. J, quería castigarlo a como de lugar, salimos de ahí, emprendimos camino de vuelta a casa, es decir un nube negra se apoderó de nuestras cabezas. En medio de este llanto inusual, logré comunicarle a J que yo quería mi día familiar, que quería mi día soleado en el campo, que porqué teníamos que regresarnos. Así que media vuelta. El aventura park al menos me daría mi medio pollo con papas. H, después de almorzar, regresó de la nave que lo abdujo y volvió a ser el niño hermoso que tengo por hijo. Subió a todos los juegos, rió,compartió con J, hasta hizo siesta en el camino de regreso. Yo, estaba molida. Física y emocionalmente. Y todavía me falta llegar a casa, bañar a H, convencerlo de comer, hacerlo dormir (obviamente como no tenía ya paciencia, a los 20 minutos que el niño no dormía yo hacía catarsis interna, volvía a llorar, quería dormir o desaparecer, lo que hubiese podido ser más rápido para mí. A pesar de mis deseos de escapar por la ventana, tuve que bancarme igual que H se resistiera al sueño ( si yo no lo hacía dormir, ¿quién?) y además cuando acabé, reinvindicarme por mi mal humor y aceptar acompañar a J al cine (obvio, el pobre necesitaba salir). Cuando llegué del cine y dije !por fin!, me engañaba. H se despertó como 4 veces en la madrugada.
A las 6 y 50 de hoy sonó mi despertador. Me avisaba: otro día llegó. Y en silencio, sin que nadie me escuche, pedía porque sea más fácil o que alguien me regale un poco de su buen humor.

1 comentario:

Alba dijo...

Lore me encanta este espacio. Es tan tu!. Sigue siendo esa mamá increible que eres. Ahora con la llegada de Antonia será aún más lindo cada día. Besos.