martes, 10 de febrero de 2009

Míos de mi





A va a cumplir 8 meses y ya se para en su cuna. Siempre fue una niña distinta. No quería que la carguen, quería -con ese par de ojos gigantes -mirar el mundo de pie. No perderse nada. Y esos ojos gigantes y especiales se comen el mundo. El mundo que observa y la magia que la hace reir.

H es un genio. Y aquí muchas madres pensarían que obvio que para la mirada de mamá todos los hijos son genios o bellos. Pero H, no es broma, es un genio. Es dueño de un vocabulario envidiable. De ocurrencias que quisiera jamás olvidar. Como el otro día que entre al cuarto y encontré a A parada, pero esta vez sobre H. Y a H sometido, humillado, boca abajo de los 8 kilos de su hermana, implorando piedad: A, basta, por favor... suéltame. Sólo reí y reí. Es claro que H podía levantarse, ganar la batalla, pero en vez decidió hacer ese drama: le encanta la posición de víctima y hacer así a A la villana.

Tengo dos hijos increíbles. Dos universos paralelos que en un punto medio se unen para regalarme felicidad. ( No hay más palabra para explicar lo que puedo sentir).

Me cuesta tanto pensar que vienen de mi. Que se engendraron en el fondo de mi ser. En mi centro. Que invadieron mi cuerpo y luego se convirtieron en ese par de bellezas..

Tenía que escribir sobre esto porque la memoria no perdona. Porque quiero que algún día- si este formato no se convierte en algo obsoleto- ellos puedan saber qué pensaba, qué sentía, cuán infinitamente los amaba.